Problemas de conducta en niños y adolescentes

¿Qué son?

Cuando hablamos de problemas de conducta existen numerosos comportamientos que los padres o los educadores pueden calificarlos como problemáticos. Algunos de estos comportamientos son los siguientes:

  • Exceso de movilidad o de energía que hace que el niño o niña no pueda estarse quieto.
  • Se enfada a menudo e incurre en pataletas.
  • Se enfrenta y desafía a los adultos.
  • Miente de forma frecuente.
  • Se niega a seguir las instrucciones de sus padres o educadores o demora su cumplimiento sin causa aparente.
  • Molesta deliberadamente a los demás.
  • No se responsabiliza de sus errores, acostumbra a culpar a los demás de su conducta.
  • Otros comportamientos más graves son agredir a otras personas, robar o destruir la propiedad ajena.

¿Cómo se originan los problemas de conducta?

El origen de los problemas de conducta puede ser muy diverso y es necesario un buen diagnóstico de cada caso. Los problemas de conducta pueden derivar de:

  • Problemas de atención asociados con hiperactividad e impulsividad.
  • Problemas de tipo emocional que originan un gran malestar en el niño, por ejemplo una separación de sus padres.
  • Imitación de otros patrones de comportamiento provenientes de la familia, del grupo de amigos o del entorno social.
  • Falta de consenso y coherencia en las pautas educativas de los padres.
  • Finalmente, hoy en día está bastante admitido un origen biológico en aquellos comportamientos más graves (agresión, robo, destrucción de la propiedad) siempre que el niño no los haya observado o aprendido en su entorno más cercano.

¿Cómo se tratan los problemas de conducta?

La intervención dependerá del origen de los problemas de conducta, por ejemplo, no es lo mismo tratar un problema de conducta derivado de un problema emocional que de un problema de atención e hiperactividad. Más allá de la naturaleza del problema, algunas pautas suelen ser apropiadas de manera general:

  • Evitar el castigo físico y la humillación.
  • Descalificar la conducta concreta del niño y nunca descalificarlo como persona.
  • Utilizar el refuerzo positivo, es decir, recompensar y felicitar al niño por su comportamiento apropiado.
  • Promover la adquisición de habilidades sociales.
  • Ayudar al niño a que prevea las consecuencias de sus actos.
  • Ayudar a mejorar la empatía, es decir, a que el niño conozca los sentimientos y emociones de los demás.
  • Evitar el castigo físico y la humillación.
  • Descalificar la conducta concreta del niño y nunca descalificarlo como persona.
  • Utilizar el refuerzo positivo, es decir, recompensar y felicitar al niño por su comportamiento apropiado.
  • Promover la adquisición de habilidades sociales.
  • Ayudar al niño a que prevea las consecuencias de sus actos.
  • Ayudar a mejorar la empatía, es decir, a que el niño conozca los sentimientos y emociones de los demás.