Orientación cognitivo-conductual. Técnicas

¿En qué consiste?

La terapia cognitivo-conductual se basa en el presente, en las dificultades que afectan actualmente a la persona y, por esta razón, requiere que se delimiten claramente los problemas a tratar. El abordaje de los casos integra pensamiento, conducta y emoción, categorías que trabajan conjuntamente en el ser humano y se influyen entre sí. Las técnicas utilizadas desde esta orientación han demostrado una sólida eficacia y han recibido un importante apoyo empírico.

Técnicas

Son numerosas las técnicas que se utilizan desde la orientación cognitiva-conductual. A continuación se exponen brevemente algunas de las más importantes.

Reestructuración cognitiva

Esta técnica es una de las más importantes dentro del modelo cognitivo. Se centra en aquellos pensamientos y creencias, a menudo repetitivos y recurrentes, que influyen en nuestras emociones y conductas. Estos pensamientos acostumbran a ser distorsiones cognitivas de la realidad que provocan malestar y ansiedad y se suelen producir de forma automática, por lo que es un objetivo básico identificarlos y buscar alternativas racionales.

Las distorsiones cognitivas más frecuentes son:

  • Inferencia arbitraria: La persona adelanta una determinada conclusión sin evidencia que la apoye.
  • Abstracción selectiva: Se valora un hecho en base a un detalle concreto sin atender a otros rasgos más relevantes de la situación.
  • Maximización y minimización: Se evalúan los acontecimientos otorgándoles un peso exagerado o infravalorado de acuerdo con la evidencia.
  • Personalización: Se tiende a atribuir acontecimientos externos como referidos a su persona sin que exista evidencia de ello.
  • Pensamiento dicotómico o polarización: Se tiende a clasificar las experiencias en una o dos categorías opuestas (bueno o malo) sin atender a hechos intermedios.

Autoinstrucciones

Esta técnica ayuda al paciente a modificar su forma de actuar en situaciones difíciles, siendo él mismo el motor del cambio. Se trata de un monólogo interno que proporciona conductas, pensamientos y tareas que ayudan a enfrentarse a situaciones estresantes o generadoras de ansiedad.

Técnicas de exposición

Estas técnicas consisten en exponer gradualmente al paciente a aquellas situaciones que le provocan ansiedad y temor. Es importante que el paciente esté entrenado en técnicas para reducir la ansiedad (técnicas de relajación). El objetivo es romper la asociación que se produce entre el estímulo y la respuesta de ansiedad.

Técnicas de relajación

  • Respiración abdominal: Consiste en respirar a través del diafragma, expandiendo y contrayendo el abdomen. Esta respiración permite que el aire llegue hasta el fondo de los pulmones facilitando la respiración y la sensación de tranquilidad.
  • Relajación de Jacobson: Esta técnica consiste en tensar y relajar los músculos de las distintas partes del cuerpo atendiendo a las sensaciones de tensión y relajación que se producen durante el ejercicio. Es una técnica especialmente útil ya que se puede llevar a cabo antes de enfrentarse a situaciones difíciles y, por tanto, ayudar a un mejor desempeño.
  • Entrenamiento autógeno de schultz: Junto con la relajación de Jacobson es una de las técnicas más utilizadas. Se trata de producir una relajación física a través de la relajación mental, por lo que se requiere una buena capacidad de imaginación.

Entrenamiento en toma de decisiones y resolución de problemas

Esta técnica se basa en la definición clara y operativa del problema, la priorización de objetivos, la generación de alternativas, la valoración de estas alternativas y, finalmente, la toma de decisión.

Entrenamiento en habilidades sociales

Existe numerosa evidencia empírica que relaciona los problemas psicológicos y la competencia social. El entrenamiento en habilidades sociales se orienta al desarrollo de nuevas habilidades ampliando el repertorio de conductas adaptativas existentes.

Entrenamiento en asertividad

Con frecuencia, las personas que padecen estrés muestran dificultades para expresar sus opiniones y derechos de una forma tranquila que impida el rechazo y favorezca que los demás las tengan en cuenta. Un estilo de relación pasivo suele favorecer que no se respeten las opiniones y derechos propios y puede acarrear una acumulación de irritabilidad y resentimiento. Un estilo de relación agresivo provoca el rechazo de los demás y, en consecuencia, tampoco se atenderán sus demandas. El estilo asertivo es considerado con la forma de pensar de los otros, garantiza que nos escuchen y aumenta las posibilidades de ver cumplidas nuestras demandas.